miércoles, 21 de noviembre de 2012

Curuguaty: De lo que la Fiscalía no habla

El informe paralelo de lo que ocurrió el 15-J muestra científicamente las flagrantes omisiones en la investigación llevada a cabo por el Ministerio Público.
El helicóptero de la Policía cuenta con videocámara ¿Dónde están las grabaciones exclusivas?

Guillermo Ferreiro

Abogado, integrante de la Plataforma de Estudios e Investigación de Conflictos Campesinos (PEICC), investigación paralela para el esclarecimiento del caso Curuguaty.
Hace aproximadamente dos meses se comunicó conmigo un ex compañero de facultad, Vicente Morales. Me dijo que había hablado con un periodista argentino y un abogado español, quienes tenían un informe sistematizado con pruebas inéditas sobre la masacre de Curuguaty. Habían conformado una plataforma junto con el Dr. Domingo Laino y pretendían colaborar con la defensa de los imputados por la masacre.

Abogado de ideología liberal (no estoy afiliado al partido Liberal, al cual considero un partido conservador), representante en varias ocasiones de propietarios y defensor de la propiedad privada, accedí con muchas reservas a estudiar el documento. Después de todo también creo que la defensa en juicio es sagrada.

Varios días después de que me fuera entregado, y ante la insistencia de Vicente, abrí el borrador del informe que hoy todos conocen, empecé con la introducción “Un pequeño porcentaje de gente tiene casi la totalidad de la tierra en Paraguay…” blablablá. Apenas terminada la introducción, se accedía a un video no accesible al público.

Se trataba de aquél ya famoso video del inicio del tiroteo, el que todos vimos en Telefuturo. La diferencia radicaba en que este estaba completo, duraba más de cinco minutos, mientras el de Telefuturo apenas tres. Y lo más importante, el audio estaba mejorado habiéndose eliminado los ruidos molestos.

En dicho video se observa a los policías llegar al encuentro de los campesinos, algunos de los cuales esperan armados, se escuchan dos disparos por los que nadie se inmuta y, de golpe, nueve segundos de ráfagas de armas automáticas. ¡Los ametrallaron! ¡A policías y campesinos!
Reproduje una y otra vez el video, quedé helado. Llamé a mi amigo y le dije: “¿Cuándo empezamos?”.

No necesitaba leer más. Pero había más: el informe también contaba con otro video, este inédito, grabado por un policía (¿Cómo lo consiguieron?) y muchas fotos que nadie había visto, así como gran cantidad de declaraciones de policías, testigos y médicos forenses, también informes técnicos no oficiales de la Policía Científica española que aseguran que los disparos provenían de armas automáticas y otras perlas.

Los hechos y las pruebas / Plataforma vs. Fiscalía
Una vez que aceptamos ejercer la defensa de once imputados, el Dr. Laino se encargó de hacer firmar los poderes a los campesinos. Con los poderes en mano fuimos a Curuguaty, faltaba obtener copias de la carpeta fiscal. Ya en Curuguaty nos atendió un amable Jalil Rachid quien puso a dos funcionarios a disposición para que sacáramos las copias del voluminoso expediente.
De regreso a Asunción no podíamos esperar a leer la carpeta fiscal, apretados en la parte de atrás de la camioneta y con muy poca luz empezamos a hojear: actas, testificales, fotos, notificaciones, ¡pericias! Para colmo realizadas por la policía. Con mi acostumbrado optimismo dije: “Acá sonamos, esto debe ser lapidario”, pero no fue así.

Luego de unos días de estudiar la carpeta fiscal y el informe realizado por Aitor Martínez, el Abogado español, fuimos entendiendo lo que había pasado.
El día del allanamiento (no fue un desalojo) la policía ingresa a la finca por dos sectores diferentes:
· Grupo uno: por la derecha, es aquel que se ve en el famoso video. En este grupo hay oficiales de la FOPE, con cachiporras y escudos, acompañados por policías de caqui con chalecos antibalas y pistolas al cinto.

· Grupo dos: por la izquierda, es el grupo en el que se encuentran el Comisario Erven Lovera y el dirigente campesino Rubén Villalba. Es el grupo de la famosa foto de Ultima Hora en la que los militares marcaron el lugar en el que podrían estar escondidos los tiradores.

Dos grupos bien diferentes, distanciados unos 20 o 30 metros el uno del otro. En el primero hay muchas armas, por parte de la policía y de los campesinos, pero ahí no muere nadie; en el segundo no hay armas, salvo un misterioso revolver del que luego hablaremos. En este grupo se producen casi todas las muertes.

Vamos al grupo uno. Este contingente se encuentra con campesinos armados con un rifle de aire comprimido y escopetas de bajo calibre (20 y 28), de uno o dos tiros. Los campesinos gritan consignas y exigen ver el título de propiedad de la finca, alguien grita “vencer o morir”, otro “somos todos paraguayos”. Uno de los campesinos apunta desafiante a los policías y en un movimiento de la cámara se ve que uno de los oficiales de caqui ya ha desenfundado, tiene una pistola en la mano, pero apunta al suelo prudentemente. Por detrás pasan caminando mujeres y un niño rumbo al campamento.

¡Paf! un primer disparo, sonido seco como de pistola, nadie se inmuta, no se ve una sola persona que corra o se agache. ¡Pum! otro disparo, suena diferente, como de escopeta o granada de gas. Ahora todos miran hacia el grupo dos, pero nadie hace nada. Inmediatamente, se escuchan las ráfagas de armas automáticas. Ahora sí, todos corren. Durante 9 segundos se escuchan estas ráfagas que, según la policía científica española, tienen una cadencia de disparo de 0,12 segundo; luego, ya no se vuelven a oír ráfagas, sólo disparos aislados. Se llega a ver a un policía en cuclillas que se levanta, efectúa uno o dos disparos hacia el campamento e inmediatamente se vuelve a proteger.
Las ráfagas que se escuchan en el video sólo pudieron haber sido disparadas por armas automáticas, prohibidas para el uso civil.
La pericia realizada por la propia policía estableció que, de las armas incautadas a los campesinos, solo una dio positivo a la prueba del hisopo; es decir, solo una había disparado recientemente, y lo que es peor: al momento de la pericia no era apta para el disparo, estaba rota.
Retornemos al grupo dos: el de la tragedia, el de Lovera y Villalba. Dicen los carperos con los que nos hemos entrevistado, que Lovera era un hombre que negociaba hasta el final, aun en las peores condiciones.

En este grupo todo es más confuso, en primer lugar porque los que más saben de lo ocurrido están muertos. En segundo lugar, no hay filmaciones (nuestras autoridades deberían ver esos programas en los que se muestra como la policía de otros países siempre graba los operativos) y, en tercero, los campesinos tenían el rostro cubierto.

La versión que todos leímos en la prensa y que luego confirmó la fiscalía relataba que Rubén Villalba le dispara a Lovera y se inicia la balacera, campesinos apostados estratégicamente dispararon a los policías y estos respondieron matando a 11 personas.

La fiscalía asegura que cuenta con testimonios que confirman esta teoría; sin embargo, los policías que estaban en ese grupo y que sobrevivieron, dicen no saber quién les disparó, hablan de tiradores profesionales y de ráfagas, varios se niegan a afirmar o desmentir que eran campesinos, pese a la insistencia de los periodistas.

Otra prueba de la fiscalía: la foto en la que se ve el momento en el cual Villalba apunta a Lovera, con un arma que acaba de desenfundar, es la chispa que enciende el polvorín. Un detalle: en la foto se ve a un campesino que, según un estudio fotográfico canadiense, no tiene un revolver cromado (es el arma que luego la fiscalía presenta) sino un objeto alargado. Esa interpretación de imagen no sería relevante si no fuera porque nadie identificó al campesino como Rubén Villalba. Ni campesinos ni policías lo identifican con Villalba, simplemente se concluye que lo es.

Y esto no es todo, el supuesto Erven Lovera tiene un chaleco con la inscripción GEO en la espalda, con letras amarillas, pero en la filmación de los preparativos del operativo se ve inequívocamente que Lovera tiene un chaleco sin inscripciones en la espalda. La frutilla de la torta: en esa foto se ve a dos mujeres, una de rojo y la otra de verde, a las que en el video del inicio del tiroteo se ve pasar por detrás del grupo uno, es decir, la foto es de dos o tres minutos antes del inicio de la balacera.

Según la fiscalía, Villalba desencadena la tragedia, casi todos los que están a su alrededor mueren o resultan heridos, él huye.

En las fotos tomadas por la policía en el lugar, se ven las escopetas pero nunca el revólver; sin embargo, el acta de levantamiento de evidencia, elaborada también por la policía, menciona un revólver, el cual es encontrado en la mano izquierda de Adolfo Castro, muerto en el enfrentamiento.
A Villalba lo detienen tiempo después, desarmado y sin resistir. El hombre que pega el primer tiro, el único que sobrevive en su grupo, este Rambo morocho guaraní parlante no tiene un arma al momento de su detención.

Hemos buscado y buscado pero no hay estudios de huellas digitales en las armas, prueba que resultaría elemental.

A ver: hay un revolver que inicia el tiroteo, uno de los muertos tiene un revolver en la mano, Rambo es detenido desarmado, hay armas automáticas, las escopetas de los campesinos, salvo una, no dispararon.

Estos puntos dan ya para un primer informe oficial y una conferencia de prensa, la cual convocamos el 2de octubre en el Hotel Armele de Asunción, a la tarde. Sorpresivamente ese mismo día a la mañana se nos adelantan los Representantes de la Sociedad y el Ministro del interior. Serios y bien trajeados, como corresponde, informan: “está todo claro, los campesinos dispararon primero, la policía se defendió, el principal responsable es Rubén Villalba, caso cerrado”.

Seis policías muertos y varios heridos ¿Con 4 escopetas de las cuales una sola disparó y un revólver?
En la pericia hay otra escopeta, la que omitimos intencionalmente en este informe. La misma también disparó, se trata de una calibre 12, potente. Una vez yo mismo disparé una y casi me disloco el hombro. Esta arma no es de dos disparos como las otras, soporta hasta 8 cartuchos, los cuales pasan de la tolva al cañón, mediante una bomba que se acciona con la mano en forma fácil y rápida, por eso les dicen “pajeras”.

¡Opa! Empieza a haber poder de fuego entre los campesinos. Rachid habla de esta arma y la define como “casi una semiautomática”. Olvida un detalle, el arma no se levantó del lugar de los hechos como las demás, la encuentra el Cura Párroco a las puertas de la iglesia el 27 de junio. Fue robada el 22, una semana después de la masacre, el mismo día que a Lugo lo estaban echando de Mburuvicha Roga igual que al Chavo de la vecindad, cuando lo creyeron “ratero”. El día de la masacre estaba en poder de su dueño, pero ahora está en la causa, no sabemos por qué.

Ah, está el revólver, es verdad, estaba en manos de un campesino muerto, se había disparado hasta vaciar el tambor; pero, ¿y Villalba? ¿No era él quien tenía el revólver? No importa, el revólver existe. Un detalle, Rachid no pide a Dimabel que informe a nombre de quien está inscripto, nosotros sí, estamos esperando la respuesta.

Como dijimos, faltan pruebas fundamentales, pero diligentemente se agrega una denuncia de robo de antes de la masacre, un arma de la misma marca, calibre y color que ha sido robada ¡al jefe de seguridad de Campos Morombí! No, no es un chiste, el famoso revolver que usó Villalba y que apareció en manos del cadáver de Castro, es de personal de la familia Riquelme. Puede ocurrir, lo robaron antes y lo usaron para matar policías.

Rachid tiene una explicación para todo, le preguntan por las armas y habla de los cazabobos, artefactos preparados para accionarse mediante un cable y efectuar un disparo. Había 8 o más, no recuerdo, todos funcionaban y se habían disparado recientemente. “Los campesinos dicen que las usaban para cazar animales, pero esta vez las usaron para cazar policías”, sentencia el reputado periodista Enrique Vargas Peña y la Fiscalía General hace una maqueta digital en la que se muestra la capacidad de producir daños con esas armas.

Nos descubrieron: ¿Qué hacemos? ¿Fingimos demencia? No hace falta, esas armas o cazabobos, estaban en las carpas y no hirieron a nadie. El fiscal no nos dice que se usaron, sino que son peligrosas. El mismo Rachid relata cómo encuentran estos dispositivos en las carpas y los desarman, no dice en ningún lado si estaban cargados, no les toman fotos.

Cuatro escopetas de las cuales sólo una disparó, una escopeta que estaba en poder de su dueño el día de la masacre, un extraño revolver propiedad del personal de Campos Morombí y unas trampas que no hirieron a nadie. Esto empieza a oler a causa armada. Más tarde, cuando, por insistencia nuestra, agregan las pruebas de nitritos y nitratos, Adolfo Castro da positivo en la mano derecha, pero el cadáver tenía el arma en la izquierda, nada tiene sentido.

Cambios de discurso e inconsistencias
Luego de nuestra conferencia, Rachid cambia un poco su discurso. Dice primero que no hay armas automáticas, luego que sí, pero que las usó la policía para contestar el ataque. Lástima que en el video se escucha que el tiroteo empieza con las ráfagas y luego la policía contesta con tiros aislados. Dice que sólo queremos desacreditar la investigación de la fiscalía, rápido el hombre. ¿Cómo se habrá dado cuenta? Quizá haya visto alguna película yanqui en esas que muestran los procesos judiciales, y dijo “Claro, la defensa trata de desacreditar a la acusación, voy a contarle a los periodistas”. Siempre nos pilla.

Dice que somos políticos. Laino lo es; los demás miembros de la Plataforma y los abogados no. Pero lo extraño es que cuando retornamos a Curuguaty para ver cómo iba el diligenciamiento de nuestras pruebas, el fiscal no está allí sino en Asunción, y ha llevado consigo la carpeta, lo que hace imposible el acceso a las pruebas. Nos informan que fue a reunirse con el Fiscal General del Estado y eso parece justificar la violación al debido proceso. El que hace política paseando con la carpeta es el Fiscal.

La policía también informa que hay chalecos antibalas con hasta 4 perforaciones, cualquiera que conoce de armas sabe que una escopeta calibre 20 jamás perfora un chaleco. Los escudos tienen agujeros de entre 6 y 8 milímetros en línea recta, clásica marca de armas automáticas y no en círculo, manera en que se esparcen los perdigones de una escopeta.

El 16 de octubre, Rachid nos notifica de la realización de una pericia y nos indica que debemos presentar nuestro perito el día 12 de octubre (¿?). Es como decir: te invito a un asado en mi casa, te espero ayer y luego: ay, lástima que no fuiste, estaba rica la carne.

Pablo Lemir, médico forense dice a la prensa que los informes estarán en 15 días, aparecen cuatro meses después. A algunos de los policías fallecidos dedica tan solo dos renglones. Dice que todos murieron por disparos de escopeta porque sólo se recuperaron perdigones y una sola bala, pero también menciona que hay heridas con orificio de entrada y de salida, pero como no se recuperaron esas balas (claro, si salieron) ni siquiera indica el lugar de los orificios.

Las pruebas de parafina, que también se presentan cuando nosotros las pedimos, dan positivo sólo a un detenido.

¿Qué va a pasar?
Realmente no sé cómo piensa el fiscal probar qué campesino mató a cuál policía; sin embargo, el 24 de octubre cuando solicitamos la prisión domiciliaria para nuestros defendidos (entre los que hay una embarazada), por falta de indicios mínimos contra los mismos, el fiscal se opuso con el argumento de que no se ha modificado la sospecha de que son responsables de las muertes.

Hay mucho más, quienes tengan curiosidad pueden leer el informe completo, en el siguiente enlace: https://www.dropbox.com/sh/z8ho8vx8bx00eeu/eCTeZ1XD6t

Luego de ejercer la profesión por más de 10 años creo saber cuándo una causa va directo a la condena, sin importar las pruebas, y este es un caso típico. Lo único que puede detener esa sentencia, que ya fue escrita antes del juicio, es la presión ciudadana y la inquietud internacional. Si eso no ocurre, escucharemos a los jueces decir nuevamente: “por la condena”.

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